El efecto del Lago Wobegon: cuando creemos que somos mejores de lo que somos

El escrtior y humorista Garrison Keillor inventó el pequeño pueblo “Lago Wobegon“. Una lugar donde “todas las mujeres son fuertes, todos los hombres son apuestos y los niños mejores que le promedio“.

Este lugar dio nombre al efecto del Lago Wobegon. Una tendencia sociológica a creernos sin razón superiores en los rasgos positivos de personalidad y pensar que estamos muy por debajo de la media en capacidades negativas.

¿Un ejemplo? El 85% de los estudiantes universitarios piensan que están por encima de la media; el 94% de los profesores universitarios piensas que son mejores que sus colegas y el 90% de los conductores se sientes más hábiles que otros al volante. Este efecto, como concluye Kristin Neff, profesora de Psicología Educativa de la Universidad de Texas, se debe a que “en nuestra sociedad resulta inaceptable ser mediocre“.

Ahora bien, esta visión favorable de las propias capacidades no tiene por qué ser malo, sino que nos ayuda en determinadas tareas. Para la doctora, alcanzar un “yo ideal” debe gestionarse asumiendo esta mecánica a través de dos herramientas: la autocompasión y la autocrítica.

“En nuestra sociedad resulta inaceptable ser mediocre” , Kristin Neff

En vez de desmoralizarnos cuando algo nos sale bien, es positivo reforzarnos para mejorar a largo plazo, y sobretodo, más eficaz. Optar por tratarnos a nosotros mismos de manera amable y no despreciativa resulta muy pragmático. “No tenemos mucho control sobre muchas de nuestras condiciones personales pero sí que podemos aprender a ser amables con nosotros mismos cuando nos enfrentemos a nuestras limitaciones”, decía Neff. El objetivos es tratarnos con nuestras aptitudes y deficiencias con el mismo mimo que lo haríamos a los demás.

Por otro lado, debemos aprender a criticarnos de forma constructiva, sin caer en la autocomplaciencia. Existen tres ejes para evitarlo: cambiar la crítica por la comprensión, como haríamos con un amigo; sentirnos conectados con los demás, reconocer que la imperfección nos afecta a todos; y vivir nuestra existencia con atención plena, no evitar el dolor pero no amplificarlo.

Tres ejes para evitarlo: cambiar la crítica por la comprensión, sentirnos conectados con los demás y vivir nuestra existencia con atención plena

Paradójicamente, las personas con capacidades ligeramente bajas suelen considerarse exageradamente buenas, mientras que aquellos con redimiento superior se identifican con percepciones mucho más bajas. Los que dudan de sí mismos, suelen mostrarse más inseguros y dubitativos. Socialmente, ante la diferencia de actitud, ponemos en valor más frecuentemente a los primeros por sus dosis de seguridad y confianza.

Así pues el efecto del Lago Wobegon nos hace preguntarnos: ¿cómo nos vemos a nosotros mismos? ¿miramos de la misma forma al resto? ¿confiamos en aquellos que tienen el conocimiento o la actitud correcta?

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